El futuro verde de Bolivia se empieza a construir en los talleres, laboratorios y aulas de seis Institutos Tecnológicos (ITTs) que participan en el proyecto Formación en competencias verdes que coloca el punto central en la formación con enfoque en sostenibilidad. Gracias a un trabajo pionero, institutos de La Paz, Potosí y Santa Cruz ya cuentan con estudios de impacto ambiental propios, una práctica inédita en el país. A partir de estos diagnósticos, en 2025 se iniciará la ejecución de planes de mitigación ambiental y el desarrollo de las innovaciones ambientalmente responsables que contarán con apoyo de expertos.

Institutos con estudios de impacto ambiental
“Nunca se ha hecho en Bolivia. De todas las cooperaciones, esta es la primera vez que se encara un proceso donde un instituto de formación técnica profesional realiza un estudio de impacto ambiental”, destaca Cecilia Lazarte, jefa del proyecto.
Gracias a un estudio ambiental reciente, los Institutos Técnicos Tecnológicos (ITTs) que participan en el proyecto ejecutado por Swisscontact, con el apoyo del Servicio de Liechtenstein para el Desarrollo (LED), ya conocen el volumen de agua, electricidad y residuos que generan cada mes. Esta información les permite tomar decisiones con base en datos y diseñar planes de mitigación específicos, que comenzarán a implementarse este mes con apoyo técnico y financiero. Entre las acciones previstas se incluyen sistemas de gestión de residuos, uso eficiente del agua, reducción del consumo eléctrico y producción de energías limpias, todo como parte de la formación práctica que ofrecen estos institutos. “Esto permite generar un sello verde en los institutos: han hecho su estudio de impacto ambiental, están ejecutando acciones de mitigación y tomando decisiones con base en datos”, destaca Cecilia Lazarte, responsable del del proyecto.
Las cifras del estudio muestran que el funcionamiento de un Instituto Tecnológico puede tener un impacto ambiental significativo. En un año, consume en promedio más de 125.000 kilovatios hora de electricidad —lo que equivale al consumo de unas 40 viviendas bolivianas durante todo un año—. Además, debido a la variedad de actividades académicas y prácticas, los institutos generan distintos tipos de residuos: desde los aprovechables como orgánicos, plásticos y papel, hasta residuos especiales como chatarra metálica, aparatos electrónicos en desuso, y residuos peligrosos contaminados con gasolina, aceites o grasas.

“Gestionar adecuadamente esta diversidad de desechos representa un gran desafío, tanto por el volumen como por la necesidad de manejarlos de forma segura, ser responsables ambientalmente pero también conocer que estos son negocios e ingresos que podrían tener los Institutos o los estudiantes que aprendan los beneficios de la economía circular”, indica Lazarte. Estos datos permiten dimensionar la urgencia de implementar prácticas sostenibles, que no solo reduzcan el impacto ambiental, sino que también sirvan como parte de la formación de estudiantes comprometidos con el cuidado del planeta.
Innovación verde: institutos referentes en Bolivia en competencias verdes
El 2025 será también el año de las innovaciones verdes en formación técnica, impulsadas por docentes, estudiantes y acompañados por expertos. A diferencia de otras experiencias, este proceso no deja solos a los educadores. Cada innovación estará acompañada por especialistas en temáticas ambientales, técnicas y pedagógicas.
“Esta innovación no va a ser una donde los docentes estén solos; van a ir acompañados por expertos. Este proyecto va a tener gente que oriente ese proceso”, asegura Lazarte.
La participación estudiantil es clave: “Van a haber grupos de jóvenes que van a intervenir. Es muy importante que no sea solo un proyecto de innovación de los docentes, sino de docentes con estudiantes”, enfatiza.
Desde el Ministerio de Educación hay interés en el potencial replicable de esta experiencia. “El Ministerio está consciente de que este es un piloto que va a ser importante para otros institutos. No hay que olvidarse que hay más de 200 institutos en todo el país, cifra que dimensiona el camino que falta por recorrer”, afirma.
Hacia un perfil profesional con competencias verdes

Una de las metas más ambiciosas del proyecto es que los estudiantes egresados en 2026 lo hagan con un perfil profesional que incorpore competencias verdes reales. Para lograrlo, es necesario un proceso de transformación cultural que involucre a estudiantes, docentes y autoridades.
“El perfil de salida de los jóvenes del 2026 es con competencias verdes”, sostiene la jefa del proyecto. Pero esto no se limita a un cambio en la malla curricular. “Definitivamente hay que cambiar la lógica del trabajo”, subraya.
Las competencias verdes son habilidades aplicadas al uso eficiente de recursos, tecnologías limpias, economía circular y producción sostenible. Incluirlas en la formación técnica prepara a las y los jóvenes para enfrentar los desafíos del siglo XXI.

Cuellos de botella estructurales
El proyecto también ha evidenciado los obstáculos estructurales que enfrentan los ITTs para avanzar en la innovación. Uno de los principales problemas es la falta de aplicación y reglamentación de la normativa ambiental en educación técnica.
“La normativa debería decir claramente que no podrías abrir un instituto técnico si no tienes un estudio de impacto ambiental”; así como la importancia de contar con un proyecto vinculado al mercado laboral reclama Lazarte.
Otro cuello de botella es la ausencia de una unidad nacional de innovación educativa. “El Ministerio ha pensado que se puede generar una unidad de innovación y la formación técnica profesional. Debería haber una unidad que haga innovación, investigación, y eso no hay ahora mismo”, añade. Justamente la misión de los ITTs as conocer los proceso productivos, identificar sus “cuellos de botella” y brindar soluciones prácticas y posibles.
Una alternativa con alto potencial
A pesar de estos desafíos, la formación técnica profesional se consolida como una de las respuestas más efectivas ante la crisis económica y climática. “Nos están dando alternativas concretas a problemas específicos”, destaca Lazarte.

Por eso considera que esta modalidad educativa debería ocupar un lugar central en las políticas públicas del país. “Deberíamos poner nuestros ojos en la formación del capital humano porque es una estrategia para salir de la crisis económica concluye.
Con el horizonte puesto en julio y agosto del 2025 —en coincidencia con el Bicentenario—, el proyecto avanza hacia un modelo educativo innovador, sostenible y comprometido con el desarrollo sostenible. Bolivia necesita profesionales con competencias verdes, y hoy ya hay institutos que están liderando ese camino
Nota: Los Institutos públicos Tecnológicos Santa Cruz, Ayacucho, Mejillones, Nuevo Amanecer y Potosí, a la par de Infocal Santa Cruz (privado) son los que cuentan con el apoyo del proyecto Formación en competencias verdes, una iniciativa del Servicio de Liechtenstein para el Desarrollo (LED), ejecutada por Swisscontact en Bolivia.