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Formación técnica profesional: campo de oportunidades

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Fecha: 
8 Agosto, 2013

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Autor: 
Leticia Sáinz

Cuando se habla de educación también se habla de sueños, de esperanzas y de un “futuro seguro”; sin embargo, profundizar en ella refiere a temas más complejos como el acceso, la oportunidad y el mercado laboral. Ésos son algunos de los temas que tienen que ver con la formación, especialmente cuando se trata de jóvenes que, sin excepciones, se plantean la pregunta ¿qué estudiar?, ¿dónde hacerlo?, ¿cuánto cuesta? y, la más importante: ¿podré vivir de eso en un futuro?

Lo cierto es que la educación es el eslabón que puede mejorar la vida, superar la pobreza y superarse humanamente, pero nada es tan idílico ni tan fácil. En Bolivia, el 58 % de la población de jóvenes entre 19 y 24 años, está prácticamente excluido del sistema educativo y aunque el Estado subvenciona la universidad pública, paradójicamente, a ella tienen acceso los jóvenes con mayores ingresos. Es decir, que la población juvenil de los estratos medios y bajos, económicamente hablando, no solamente no tiene acceso a la formación superior en las universidades sino que además, no cuenta con opciones alternativas de formación técnica para hacer realidad el sueño de educarse.

Constatada la realidad, los jóvenes miran entonces hacia la formación técnica que también tiene sus problemas. El principal, que las opciones están mayoritariamente en áreas urbanas y la ofrecen instituciones privadas con costos a veces inaccesibles; las que ofrece el Estado, con mayor acceso, enfrentan el problema de que son impartidas desde el sistema formal en institutos de convenio o universidades, pero también sin una política curricular clara, dado que el proceso de puesta en marcha de la Ley 070 de Educación Avelino Siñani y Elizardo Pérez requiere de un tiempo para ponerse en práctica.

Los caminos para estos jóvenes se presentan llenos de dificultades y la situación no es ajena a los estudios e investigaciones que se han hecho para subsanar, aunque sea en parte, esta falla estructural.

Uno de esos caminos auspiciosos es el que ofrece el proyecto de Formación técnica profesional de la Cooperación Suiza en Bolivia que tiene varias características especiales: la primera, que se trata de una alianza de instituciones como la Comisión Episcopal de Educación, la Fundación Fautapo, Fe y Alegría y la Alcaldía de La Paz que se unen a los esfuerzos del Sistema Plurinacional de Competencias del Ministerio de Educación. Juntos, con la ayuda de la Cooperación Suiza, comparten una estrategia para ofrecer una salida, en el ámbito de la formación técnica, accesible a las personas jóvenes y adultas, especialmente de áreas rurales y en situación de desventaja social.

Una segunda característica que fortalece la propuesta es que el proyecto ofrece opciones de formación técnica (carpintería, metalmecánica, costura, belleza integral, lechería y otras) que salieron de los mismos Planes de Desarrollo Municipal que interpretan las necesidades locales y, por lo tanto, hay mejores opciones de acceso al mercado laboral. La tercera, no menos importante, es que el trabajo se desarrolla en centros públicos del sistema educativo en áreas rurales y con ofertas de formación técnica definidas en espacios de articulación con el sector productivo.

El programa lleva ya más de seis años en funcionamiento y puede mostrar resultados sorprendentes: más de 6.000 egresados, como técnicos básicos y técnicos medios, certificados por el Ministerio de Educación y, además, formados en áreas que han sido signadas como prioritarias para el municipio o en los ámbitos territoriales.

Si bien la iniciativa es ejecutada por instituciones de tradición y peso en el área educativa como Fe y Alegría, la Comisión Episcopal, la Fundación Fautapo, la Alcaldía de La Paz, también responde a la actual política de Educación para la Producción que impulsa el Gobierno de Bolivia. Esta propuesta también es coherente con la estrategia de la Cooperación Suiza en Bolivia que ha mantenido sus niveles de ayuda al país desde 1969 y que basa su accionar en las necesidades que el propio país define como prioritarias como fortalecer los ingresos y el empleo de las personas, enfrentar las amenazas originadas por el cambio climático, fortalecer el proceso de descentralización trabajando en todas ellas por mantener la equidad y las oportunidades para hombres y mujeres.