Noticias

Formación técnica en movimiento

Compartir en:

Categorías

Categorías:

Fecha: 
10 Agosto, 2016

Fuente:

Autor: 
Rodolfo Eróstegui

Innovación tecnológica y capacitación

Es sabido por todos que en el mundo se efectúan día a día transformaciones en la economía que impactan de distinta manera en las esferas sociales y laborales. La globalización hace su parte; la transformación tecnológica aporta lo suyo en la modificación de los procesos productivos.

Lo que era innovador hace 10 años ahora ya no lo es. La formación técnica tiene ese reto: se tiene que capacitar ahora, para el mañana, sobre la base educativa del pasado. Menudo problema que hace unos 10 años ya fue abordado por CINTERFOR de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).1 Al considerar que todo está en permanente movimiento, reconoce que el concepto de formación también lo está.

De esa manera los conceptos pedagógicos y temáticos de la formación profesional vigentes durante muchos años pierden vigencia ante las transformaciones. De considerar a la formación técnica como “la transmisión ordenada y sistemática de habilidades y destrezas, y de conocimientos tecnológicos para los trabajadores que se desempeñan en ocupaciones calificadas y semi-calificadas, hoy en día se advierte una preocupación cada vez mayor por otras dimensiones como son aquellas vinculadas con una nueva cultura del trabajo y la producción, en la perspectiva de un proceso de formación continua”.

El razonamiento de cinterfor corresponde al ideal capitalista: unos son empleadores y otros trabajadores asalariados en grandes emprendimientos. Además, parte del supuesto de que tanto los trabajadores como los empleadores tienen un alto aprecio por la formación técnica.

La realidad de nuestro país nos dice que alrededor del 60% de la población ocupada está auto empleada y el 40% son asalariados, muchos de ellos vinculados a las entidades estatales. Que el 82% de esta población está vinculada a micro y pequeñas empresas (mypes), las mismas que tienen una baja relación capital-trabajo y emplean tecnologías rudimentarias. Son empresas que tecnológicamente pertenecen al pasado, pero producen para el mercado presente. Por tanto, las consideraciones de demanda de mano de obra son diferentes a las que se tienen en las medianas y grandes empresas. Las anteriores aseveraciones están insertas en casi todos los estudios del mercado de trabajo nacional, pero los institutos de capacitación tienen como referente de mercado de trabajo a aquellas empresas del sector moderno, con mayor grado de tecnificación.

De esta manera, en el sector de madera, se enseñan a trabajar con molduras elaboradas con un sistema sofisticado de computación, mientras que en las micro y pequeñas empresas, los carpinteros utilizan como molduras viejos metales de muelles de camión. La productividad nacional y por ende los ingresos de las personas son bajos, porque este segmento población trabaja en forma rudimentaria.

Consideraciones políticas de los actores sobre capacitación

En nuestro país la preocupación política por la capacitación y formación técnica parece ser más de las instituciones vinculadas a esta actividad y de las organizaciones no gubernamentales y empresariales, que de las organizaciones que representan a los trabajadores. Pero esto no siempre fue así: en el pasado el sindicalismo minero priorizaba la educación de sus hijos, y creó, contra viento y marea, la Universidad Nacional Siglo XX; la Federación de Fabriles de La Paz, en los años 80 del siglo pasado, fundó en coordinación con la Facultad de sociología de la Universidad Mayor de San Andrés, la Escuela 28 de julio, de capacitación técnica para los hijos de sus afiliados.

Si bien la educación en general, y la técnica  en particular, constituyen el principal factor que incide en la mejora de los ingresos de los trabajadores, en la actualidad las organizaciones sindicales no tienen como prioridad la lucha por mejorar y ampliar la cobertura de la educación técnica a más sectores de la población.

Al parecer, piensan que la única forma de mejorar la calidad de vida y de los ingresos es a partir del aumento salarial. Por otro lado, los empleadores consideran a la formación técnica únicamente como un medio más para mejorar la productividad y las utilidades.

Sin embargo las familias creen que la educación es un vehículo que las transportará en el duro camino del ascenso social. El título obtenido en un Centro de formación no sólo permite mejores ingresos al trabajador, sino también provoca que la sociedad le reconozca en una posición social “superior” o diferente al estudiante: “Mi hijo se ha graduado como técnico industrial de la UMSA”, o “es licenciado en auditoría”, dicen los padres orgullosos de sus hijos. Esta frase refleja que el ascenso social no sólo es del hijo, sino también de toda la familia.

Al existir un grupo grande de organizaciones educativas y de la sociedad civil que están  interesadas en la formación técnica profesional, se puede decir que sólo falta un pequeño empujón para que se establezca un diálogo social entre todos los actores involucrados: el gobierno, las organizaciones de empleadores y, por supuesto, las de los trabajadores. De esa manera no sólo se debe discutir el tema de la capacitación en sí, sino también se puede abordar el tema de la productividad y de los ingresos, pero fundamentalmente se tiene que afrontar la formación a partir de considerar al mundo en movimiento permanente, pero partiendo de nuestra realidad, que en lo productivo parece estancada.

Consideraciones de la juventud

Ahora bien ¿por qué opta un joven por una carrera técnica, y no por una carrera universitaria que le reportaría un salto mayor en la escala social? De acuerdo a una encuesta encargada el año 2011 por Funda-Pró,3 el 39,4% de los jóvenes señala que toma esta opción porque una carrera técnica se la hace en menos tiempo que una licenciatura.

Pero un 36,4% de los encuestados afirma que una licenciatura permite ganar más dinero que una técnica y un 34% cree que la licenciatura le dará mayor prestigio debido a que la sociedad valora menos un título de técnico (29,86%) que uno de licenciatura. El 22% de las personas encuestadas señala que existe una menor demanda por profesionales técnicos respecto a los licenciados; al parecer, esta percepción tiene bases sólidas, pues en el mismo documento que comentamos se afirma que el 53,75% de la demanda de mano de obra en La Paz, El Alto, Cochabamba y Santa Cruz, corresponde a profesionales universitarios y sólo el 34% apuesta por profesionales técnicos.

En 2001 había, según Funda-Pró, 15.721 estudiantes en los institutos de formación técnica y tecnológica. El número de matriculados creció en estos diez años, a una tasa promedio anual de 12% y, en 2010, alcanzó los 49.048 estudiantes.

El crecimiento de la matrícula puede estar relacionado con el nuevo enfoque económico de la educación técnica y las perspectivas futuras de los estudiantes. Para enfrentar el crecimiento de la matrícula, también tuvo que crecer el número de docentes en el sistema de enseñanza técnica y tecnológica. El año 2001, había 749 docentes y 169 administrativos, y el año 2010 llegó a 2.323 docentes y 528 administrativos. Lo que no se conoce es si el crecimiento en el número de docentes fue acompañado con un proceso de capacitación. Ser buen profesional en un área determinada no implica que uno también sea un buen docente.

La concentración departamental de los matriculados es la siguiente: La Paz, Cochabamba y Santa Cruz concentran el 75% de los matriculados a escala nacional. El 37%, se encuentra en La Paz, el 20% en Cochabamba, y el 18% en Santa Cruz.

Ahora bien, según las instituciones que participaron en dicha encuesta se considera que los licenciados que más son requeridos están vinculados con el área administrativa (administrador de empresas y auditor); legal (abogados); y el área industrial (ingeniería industrial, de alimentos, petrolera, gas e ingeniería ambiental). La demanda de profesionales técnicos tiene la siguiente distribución: en el área administrativa se requieren vendedores, contadores, secretarias, asesores de riesgos, asesores de crédito y cajeros. En el área industrial se solicita con más frecuencia mecánicos, electricistas y técnicos en alimentos. En el área de salud, personal de enfermería, instrumentación quirúrgica y odontológica.

En cuanto a la distribución de la oferta de los institutos públicos por área de conocimiento, el estudio de Funda-Pró, muestra que la oferta para la formación técnica se concentra en el área comercial (33%), pero existe también un alto porcentaje de institutos que ofrecen modalidades de formación agropecuaria (10%), industrial (10%) y agropecuaria/ industrial (10%).

Conclusiones

Por lo expuesto, la capacitación también debe mirar, aunque sea de reojo, al segmento más pequeño de la industria, donde las transformaciones tecnológicas parecen estancadas. Los actores sociales, sindicales y empresariales, tienen que considerar a la formación de mano de obra como una de sus responsabilidades.

Los sindicatos deben considerar a la capacitación como un factor que coadyuva a mejorar la calidad de vida.