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Tejiendo la vida...

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Fecha: 
22 Junio, 2015

Fuente:

Autor: 
Jaqueline Vinoya

No pudo ayudar a sus hijos con las tareas escolares porque sólo estudió hasta 5to. Básico en la escuela de su pueblo, LlikiLliki, provincia Ingavi en La Paz, pero en sus manos sostiene un certificado de competencias, firmado por el mismo Ministro de Educación, Roberto Aguilar, que la reconoce como “experta productora en tejido artesanal”. Sentada en un sillón de su casa, entre sus obras de arte y a sus 48 años, Amalia Queso Ichuta, pone su mano sobre su corazón y con la voz entrecortada dice sentirse “orgullosa”.

La conocí en un acto de entrega de certificados de competencias laborales de esta instancia gubernamental, cuando junto a otras mujeres artesanas recibió este documento que avala sus conocimientos y destrezas aprendidas a lo largo de la vida. Al terminar el evento, acordamos una entrevista.

Después de un viaje de 30 minutos en minibús, recorriendo calles y avenidas para mí desconocidas, desde la popular Ceja hasta su casa, ubicada en el barrio Cruz del Sur, en El Alto, la ciudad más alta del mundo, llegué a su hogar, donde me esperaba ansiosa.

El frío que me obligó a caminar con las manos en los bolsillos de un grueso abrigo, al menos dos cuadras, se fue apenas estreché su tibia mano. “Va a disculpar- me dijo-es que estoy horneando pancito”.

Al ingresar a su sala, los sillones estaban prácticamente vestidos con chompas, mantillas, bufandas y chulos multicolores, como si también quisieran protegerse del frío. Todos los tejidos expuestos fueron hechos por las manos de doña Amalia, quien aprendió este arte de entrelazar los hilos hace 30 años, de sus padres y luego de una maestra, de quien ya no recuerda su nombre.

“Mi mamá tejía aguayos y mi papá un día me tejió una chompa, ellos me enseñaron”, cuenta, mientras toma en sus manos el croché para tejer y mostrarme su destreza. Derecha, izquierda, derecha, izquierda, teje y teje la delantera de una chompa de color ladrillo. Los restos de masa en los antebrazos confirman su historia inicial, mientras un delicioso olor a pan se escapa furtivo de un horno, ubicado en un rincón de la habitación, que también sirve de comedor. Su indumentaria, una pollera rosada, una blusa color ladrillo, una chompa lila con negro y un mandil azul, infaltable en la vestimenta de las señoras de pollera, combina con sus coloridos tejidos, que tengo a mi alrededor.

Y mientras pregunto qué piensa del certificado recibido, sin dudarlo dos veces levanta el documento y dice que nunca pensó tener algo así en sus manos a sus años, casada y con tres hijos.   

“Yo nunca pensé tener un certificado así, firmado por el Ministro. Cuando me lo entregaron en mi corazón lloré”, dice, al recordar que ese día no pudo compartir esa alegría con su esposo Néstor, quien se molestó con ella, porque no pudo llegar a tiempo a la escuela para recoger a su pequeña Natalia.

Ella es consciente que su habilidad con el croché y los palillos fueron un pilar fundamental en la construcción de su familia. La venta de cada una de las prendas tejidas ayudó a comprar alimentos, cuadernos y libros para sus hijos. 

En los últimos siete años, los conocimientos, saberes y experiencias, practicadas día a día por artesanas en tejido artesanal, carpinteros, albañiles, lustra botas, agricultores, productores de cacao, palmito, piña, cítricos, miel y otros oficios son avalados por el Sistema Plurinacional de Certificación de Competencias, al amparo de la Ley de la Educación “Avelino Siñani-Elizardo Pérez”.

Antes de despedirse dice que su hija estudiará como sus dos hermanos mayores, porque la educación es importante. Sin embargo, dice que también aprenderá a tejer para hacer una chompa a sus hijos, como lo hizo con ella su papá, cuando era niña.

Cómo la historia de la señora Amalia, vivo ejemplo del cumplimiento de lo que manda la Constitución y la Ley de la Educación, cientos de bolivianos y bolivianas desarrollan sus actividades dentro del denominado modelo socio-comunitario productivo, sin saberlo. Ahora los conocimientos de lo aprendido en la vida también son reconocidos.