La sostenibilidad es una necesidad urgente. En Bolivia, los institutos tecnológicos forman profesionales con competencias verdes para afrontar desafíos ambientales y productivos. Aida Ferreyra, experta en educación técnica, destaca la importancia de integrar la sostenibilidad en la formación para impactar el entorno y responder al mercado.
Competencias verdes: una apuesta clave
“Las competencias verdes son un factor clave para optimizar el uso de recursos en el actual contexto ambiental y económico. La demanda del mercado por profesionales capacitados en este ámbito va a crecer”, explica Ferreyra. Según ella, estas competencias no se limitan solamente a ámbitos como la gestión de residuos sólidos, sino que abarcan temas como la eficiencia energética, el uso sostenible del agua, las energías renovables y la optimización de recursos/insumos y procesos productivos.

Sin embargo, persisten desafíos en la implementación de estos conceptos dentro de la formación técnica. “Probablemente, existe una brecha de conocimiento, sensibilidad al tema e incluso generacional respecto al trabajo en temas medioambientales. Mientras algunas personas ven la sostenibilidad como una obligación adicional, otras personas, particularmente jóvenes, la asumen como una oportunidad para generar impacto social y desarrollar modelos de negocio sostenibles”, comenta.

De la formación al impacto real
Uno de los principales retos es la transición de un enfoque teórico en la educación a la aplicación práctica. “Es fundamental transversalizar los temas ambientales en todas las áreas de formación y fomentar la implementación de proyectos innovadores liderados por los propios estudiantes”, señala Ferreyra. Para ello, la vinculación con sectores productivos sostenibles es clave, estableciendo alianzas con empresas que han integrado principios de sostenibilidad en sus procesos.
Ferreyra destaca ejemplos de empresas bolivianas que han apostado por la sostenibilidad, como Empacar y Mamut, que han desarrollado líneas de productos reciclados, u otras que han optimizado el uso de agua y energía. “La competitividad empresarial está siendo redefinida por compromisos internacionales en torno a la mejora de la gestión ambiental. Las industrias que adopten estas prácticas, potencialmente podrán tener ventajas en los mercados”, afirma.
Finalmente, Ferreyra resalta el rol de los institutos tecnológicos como centros de investigación aplicada. “Debemos fortalecer la relación entre la formación técnica y la innovación empresarial. Si logramos consolidar espacios de interacción con los sectores productivos, podremos posicionar a los institutos como referentes en la generación de soluciones sostenibles”, concluye.