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Experiencias de trabajo con comunidades indígenas Quechuas y Guaraníes

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Fecha: 
29 Septiembre, 2017

Fuente:

Autor: 
Grover Araujo

En las zonas del Altiplano y Valles de Bolivia nos encontramos con comunidades indígenas caracterizadas por su formación histórica, asentadas en un determinado territorio, con el idioma, cultura y religión comunes, principalmente Quechuas y Aimaras. Sin embargo, a pesar de su diversidad, se trata de grupos humanos que presentan rasgos comunes como el haber adquirido, a partir de la Reforma Agraria de 1952,  el derecho propietario sobre las parcelas que cultivan, pequeñas propiedades, que al mismo tiempo conservan áreas de pastoreo como propiedad comunitaria.

Esta realidad económica de las comunidades indígenas es la que determina las limitaciones y posibilidades de su desarrollo. Las comunidades Indígenas, en los Valles interandinos, se hallan dispersas en comunidades rurales, produciendo básicamente para su auto subsistencia en condiciones de atraso técnico y sufriendo, cada vez más, las consecuencias y presiones que impone el cambio climático.

Desde el proyecto, se ha planteado la necesidad de apoyar a estos grupos vulnerables, promoviendo la mejora de sus procesos productivos articulados a la formación técnica, para lo cual en el marco de la modalidad de atención “Producción con formación técnica”, caracterizada por la presencia del Centro de Formación técnica en la comunidad rural indígena, ha permitido facilitar el acceso de estas comunidades a la formación técnica y mejorar sus sistemas productivos.

Si bien los proyectos productivos/formativos fueron concebidos como proyectos articulados al desarrollo de la pequeña propiedad la unidad familiar, en la que confluyen inversiones del productor(a), del municipio y del proyecto, el hecho de que estos productores(as) formen parte de comunidades indígenas, que conservan usos y costumbres derivados de la propiedad comunitaria de sus tierras de pastoreo y de su cultura, ha hecho que se incorpore, con mucha fuerza, el trabajo colaborativo y comunitario entre ellos, no solo para atender problemas comunes relacionadas con la propiedad comunal de la tierra, sino también de la pequeña propiedad, tales como la gestión del agua u otros.

Por esta razón es que algunas prácticas ancestrales  como el Ayni perviven en ellos y  contribuyen  en resolver problemas emergentes. “Justo antes que empiece la plantación de durazno en mi terreno, murió mi marido y pensé que también iba a perder mi participación en el proyecto porque no tendría ya quien me ayude con el trabajo de preparación del terreno, fue entonces que se reunió mi comunidad y decidieron entre todos ayudarme, de ese modo he continuado y ahora mi huerto ya está produciendo”, nos cuenta Rosario Melendres de la comunidad Huanacuni del Municipio de Omereque, en el Departamento de Cochabamba.

La experiencia de trabajo con comunidades guaraníes en la zona del Chaco Chuquisaqueño, presenta otra particularidad, pues ellos viven en Tierras Comunitarias de Origen (TCOs) donde la comunidad participa claramente en la organización familiar. Cuando se tuvo, desde el proyecto, la oportunidad de apoyar a emprendimientos productivos se hizo bajo el criterio general de apoyar emprendimientos individuales, en este caso, fue diferente: en la comunidad guaraní de Totorenda, perteneciente al municipio de San Pablo de Huacareta (Chuquisaca) las emprendedoras que se formaron en apicultura fueron apoyadas con Capital Semilla, pero por sus costumbres tradicionales los apiarios formaron parte de la comunidad “lo que hemos aprendido nos ha beneficiado no solo a nosotros sino a la comunidad, el apiario es atendido por turno por las familias que nos hemos formado”, nos cuenta Nora Gonzales.

Por otra parte, María Rosario Flores Pinto de la Comunidad Guaraní de San Jorge de Ipati nos cuenta que “los apiarios de la comunidad producen la miel y con eso cubrimos los gastos más urgentes de nuestra comunidad, entre todos aportamos a que la comunidad vaya bien”.

Abrir los ojos a estas características culturales y tradicionales de las comunidades indígenas que emergen de su particular modo de vida, es muy importante para alcanzar resultados esperados, y sobre todo para generar sostenibilidad en el largo plazo.